Nuestro sistema inmune es esencial para protegernos contra infecciones y enfermedades. Este complejo sistema se origina de células madre progenitoras que se encuentran en la médula ósea. A partir de estas células, se pueden diferenciar dos tipos principales de células madre: mieloides y linfoides.
Células Madre Linfoides y Mieloides
Células Madre Linfoides
Las células madre linfoides son responsables de la producción de linfocitos. Inicialmente, estas células pueden revertir su proceso y regresar a ser células madre sanguíneas. Sin embargo, una vez que se transforman en linfoblastos, se comprometen únicamente a formar linfocitos. Los linfocitos incluyen las células B, T y las células asesinas naturales (NK).
Células Madre Mieloides
Las células madre mieloides pueden diferenciarse en varios tipos de células sanguíneas, como los glóbulos rojos, las plaquetas y los mieloblastos. Los mieloblastos se comprometen a formar células granulares como eosinófilos, basófilos, neutrófilos y mastocitos.
Componentes del Sistema Inmunológico
Leucocitos
Los leucocitos, o glóbulos blancos, son las células principales del sistema inmunológico y se dividen en granulocitos y agranulocitos. Los granulocitos incluyen neutrófilos, eosinófilos y basófilos, mientras que los agranulocitos comprenden los monocitos y linfocitos.
Barreras Físicas y Químicas
El cuerpo cuenta con barreras físicas, como la piel y la mucosa gastrointestinal, que impiden la entrada de microorganismos. Las barreras químicas incluyen sustancias como el ácido clorhídrico en el estómago, que destruye muchos patógenos debido a su alta acidez.
Enzimas y Anticuerpos
En el sistema inmunológico también participan enzimas como las lisozimas, presentes en lágrimas, sudor y saliva, que destruyen bacterias. Además, los anticuerpos y las citoquinas desempeñan un papel crucial en la respuesta inmune.
Órganos y Tejidos del Sistema Inmunológico
Médula Ósea y Timo
La médula ósea es el lugar donde se generan las células madre pluripotenciales, que se diferencian en linfocitos T y B. Los linfocitos T se activan en el timo, mientras que los linfocitos B se activan en el bazo.
Ganglios Linfáticos
Los ganglios linfáticos actúan como filtros para partículas extrañas y microorganismos, albergando linfocitos T y B y presentando antígenos para activar la respuesta inmune.
Respuesta Inmune
Inmunidad Innata
La inmunidad innata es la primera línea de defensa, que incluye barreras físicas, células fagocitarias, células NK y el sistema del complemento. Se activa rápidamente y prepara el terreno para la inmunidad adaptativa.
Inmunidad Adaptativa
La inmunidad adaptativa es más específica y se activa después de la innata. Involucra linfocitos T y B que reconocen y recuerdan antígenos específicos, proporcionando una defensa más robusta en exposiciones futuras.
Activación de la Respuesta Inmune
La respuesta inmune puede ser desencadenada por antígenos exógenos, como bacterias y virus, o antígenos endógenos, como productos de degradación celular. La fase de reconocimiento es crucial para determinar el tipo de respuesta que se activará.
Citoquinas y Comunicación Celular
Interleucinas y Quimiosinas
Las citoquinas son proteínas que regulan la respuesta inmune. Ejemplos incluyen la interleucina 6, que estimula linfocitos y hepatocitos para producir interferones, y la interleucina 12, que activa linfocitos NK y T.
Respuesta a Infecciones y Enfermedades
El sistema inmunológico se adapta y responde de manera específica a diferentes tipos de infecciones. Por ejemplo, una neutrofilia indica una infección bacteriana, mientras que una eosinofilia sugiere una infección parasitaria.
Conclusión
El sistema inmunológico es una red compleja y vital que protege nuestro cuerpo contra diversas amenazas. Comprender su funcionamiento y sus componentes nos ayuda a apreciar la sofisticación de nuestra defensa natural y la importancia de mantenerla saludable.